LO QUE APRENDÍ ENFRENTANDO LOS DESAFÍOS DE UN PEQUEÑO NEGOCIO

Hace más de 25 años trabajaba para un fondo de inversión en la City de Londres como analista de inversiones y adquisiciones. Todas las semanas revisaba transacciones de cientos y hasta miles de millones de dólares como si fuera lo más normal del mundo, rodeado de los mejores profesionales del sector y con recursos extraordinarios. Les cuento esto porque es clave para entender lo que vino después.
Trabajaba más de 80 horas, a veces incluso 90 horas a la semana… pero lo hacía para otra empresa, no para mí. Fue entonces cuando decidí crear mi propia compañía de consultoría.
Así empezó todo: estaba en Londres, con una pequeña oficina, apenas unos empleados y un montón de sueños… pero también muchas preocupaciones, porque no contábamos con grandes recursos. Me despertaba cada mañana con la sensación de que faltaban horas en el día. Cada tarea parecía urgente: clientes, proveedores, facturas, marketing… era un juego constante de apagar fuegos. Y sin darme cuenta, me consumía en tareas repetitivas, dejando de lado lo realmente importante: hacer crecer el negocio.
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